lo vió lagarteando en el monte, lo olfateó primero, fue más radical, nada de vender el monte, lo agarró con los colmillos y lo sarandeó, por suerte, el bicho había estudiado teatro, se hizo el muerto, ningún movimiento, incluso, cuando lo corrí con una rama, para sacarle estas fotos; al rato pasé, se había guarecido en el hueco de un tronco, se le veía la cola, hoy no estaba, se fue, seguramente al cabo polonio.
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