todos los días damos una vuelta por el campo, quiero que conozca su territorio y a los animales que no debe atacar, claro, todo no le puedo prohibir, y su instinto lo lleva a seguir rastros, a orilla de la cañada, entre los chircales, dentro del monte; allí fue donde ocurrió, quedó inmóvil al lado de un eucalipto, yo miré pero no veía nada, derrepente metió el hocico y salió con un zorrillo en la boca; el perro terminó refregándose en el pasto, yo llevándolo de apuro a lavarse en la cañada, el zorrillo muerto, y el perfume, varios días con nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario